martes, abril 15, 2008

“Pañitos de Agua Tibia”

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 15 de abril de 2008

La reforma política no va a resolver los problemas de legitimidad del Congreso de la República por varias razones: primero, la falta de legitimidad del Congreso no es un problema reciente, existe mucho antes de iniciarse la parapolítica. Los castigos a los partidos por avalar candidatos apoyados por la parapolítica, no resuelven los problemas de fondo del sistema político.

Como afirma Alejandro Gaviria: “la parapolítica es el resultado de la puja por unas rentas estatales, por los dineros de las regalías y de la salud, especialmente. La parapolítica es, en otras palabras, una forma sofisticada de corrupción”. La reforma política no aborda el problema de la captura del Estado, de la corrupción, de la conformación de redes de depredadores del erario público.

Al Congreso de la República, pueden llegar exgobernantes que llenaron sus arcas armando negocios y defendiendo intereses particulares. Candidatos con grandes sumas de dinero para comprar votos, líderes e invertir grandes sumas de dinero en publicidad y venderse como los defensores de los pobres.

Las causas de muchos de los problemas que pretende resolver la reforma política, se explican por la falta de cultura política y por las fallas del sistema electoral y no por la cantidad de partidos. Los castigos, como la “silla vacía” (pérdida de la curul para el partido), la cancelación de la personería jurídica y otras sanciones, no atacan el verdadero problema.

¿A quién y qué debería sancionarse? Muchos de los congresistas investigados por la parapolítica están implicados en investigaciones por nexos con los paramilitares, en hechos ocurridos antes de las últimas elecciones, cuando ellos tenían una curul de los partidos tradicionales, en especial del partido liberal.

Las formas ilegales de financiar las campañas no son nuevas y no depende, de la reforma su control. A las campañas, han entrado dineros del erario público, del narcotráfico, de los lavadores de dólares y de todos los testaferros que utilizan los políticos corruptos.

La reforma política no es el remedio, es sólo un analgésico para atacar un cáncer. Las células malas, cargadas de dinero, en un país con gente tan pobre, están acabando con las células buenas.

El país necesita un mensaje responsable, en el que se reconozcan los viejos problemas de fondo del sistema político, incluyendo el sistema electoral. El esfuerzo debe concentrarse, en demostrarle al país, que en el próximo proceso electoral, se darán las suficientes garantías, para la participación política, que los partidos harán un gran esfuerzo por renovarse y no conformar listas, basadas en cálculos electorales, con políticos cuestionados por corrupción.

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