martes, abril 08, 2008

“Con Dios y con el Diablo”

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 8 de abril de 2008

Una mirada al escenario local, a luz de las conclusiones del estudio de Luis Jorge Garay, sobre “La Reconfiguración Cooptada del Estado: Más allá de la concepción tradicional de captura económica del Estado”, permite concluir que: en Pereira y otros municipios del país, no existen mecanismos eficientes para evitar la corrupción, ni la captura del Estado, por el contrario, hemos avanzando en una “reconfiguración cooptada del Estado local”.

Los pactos por la transparencia, generan un efecto contrario al que pretenden. Los gobernantes que firman los pactos, se convierten en “transparentes”, cuando en realidad, el mecanismo de los pactos no permite descubrir las sofisticadas formas de corrupción. Los pactos confunden a la opinión. La metodología empleada, no permite descubrir, cómo se roban los recursos públicos. Los organismos de control, no avanzan a la misma velocidad que lo hacen los negociantes de lo público.

El estudio de Garay, permite una mejor comprensión de lo que ocurre en nuestras ciudades, donde los actores, tanto legales como ilegales, buscan beneficios particulares en contra del bienestar general. La evaluación de los procedimientos y etapas de la captura del Estado, que inicia con la captura económica, lleva al estudio de formas más complejas y sofisticadas (redes de testaferros, inmobiliarias, negociadores, recaudadores y contratistas de diversa índole), que desembocan en una etapa más compleja que es la “Reconfiguración Cooptada del Estado”.

Las prácticas mafiosas en lo público, se profundizan porque no existe ninguna sanción moral contra ellas. Se llega a un “sistema de corrupción institucionalizado” donde la sociedad, acepta diferentes modos de obtener beneficios particulares a “expensas de un bien público, institucional, organizacional o grupal”.

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El Prometeo Solitario. La semana pasada, los obreros del municipio de Pereira estaban construyendo un muro de cemento, en la plazoleta del Prometeo, ubicada en la Avenida Circunvalar. El muro afecta negativamente la estética urbana, simplemente, se ve horrible. Si el muro se construyó, para evitar que los establecimientos privados se fueran a tomar la plazoleta, se hizo con un gran costo para la ciudad. Ese espacio público, por el contrario, necesita ser apropiado por los ciudadanos.

Las plazas, los parques y las plazoletas están subutilizadas en Pereira. En muchas ciudades del mundo, esos espacios públicos son disfrutados por los ciudadanos. Con una reglamentación clara de amoblamiento urbano, de control físico y de hacienda, se podría permitir su uso y al mismo tiempo, generar unos recursos para el fisco municipal (“la olla raspada”). El clima de Pereira, permitiría de día y de noche tener espacios públicos con vida. Estoy de acuerdo con muchos ciudadanos, que prefieren la plazoleta del Prometeo, con vida, con mesas y con sillas y no cercada, sucia y abandonada, como ha estado en los últimos años. En el siglo XXI, las alcaldías deberían consultar más a los ciudadanos, por lo menos, a través de una página web.

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