martes, mayo 15, 2007

Sofisma de Distracción

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 15 de mayo de 2007

Algunas personas opinan que la ciudad necesita un “gerente” como alcalde. Desde hace varios años se escucha ese cuento y ahora que es época electoral el tema vuelve a entrar de moda. Independientemente, de quien ocupe el primer cargo del municipio, la discusión desde el punto de vista conceptual es válida.

Quienes así piensan, seguramente quieren denotar que la ciudad no tiene “gerente”. También asumen que las prácticas gerenciales del sector privado son la solución para el sector público. Esa mirada a lo público es bastante simplista y reduccionista.

Lo público es mucho más complejo. La discusión sobre lo que es público y lo que es privado ha estado presente desde el inicio de la civilización. Sin embargo, las teorías en administración de empresas, hacen parte de una disciplina relativamente reciente. La administración de lo público presupone un concepto de la política, del papel del Estado y no es simplemente un problema de eficiencia o eficacia.

En los años 80’s se propuso un cambio en las teorías de administración pública (public administration) que buscaba introducir los principios y los conceptos de la administración privada a la pública (‘new public management’). Esas teorías recibieron fuertes críticas por pretender reducir las soluciones de los grandes asuntos públicos a simples problemas de tipo técnico o gerencial.

No se pretende argumentar que algunas técnicas de la administración privada (management) no puedan o no deban aplicarse, por ejemplo, en cualquier etapa del círculo de una política pública desde la definición del problema, pasando por la identificación de alternativas de solución, la evaluación de opciones, la selección de políticas, la implementación, hasta llegar a la evaluación. Sino por el contrario, resaltar que la administración pública es mucho más que simple gerencia.

La política y lo público abarcan un amplio rango de principios y aspectos que no son económicos (gerenciales), entre otros, la justicia, la ética, la promoción de la equidad, el respeto por la ley, la tolerancia social, cultural e individual, la defensa de los derechos humanos.

Los gobernantes no pueden equipararse a los gerentes que se pueden conseguir mediante firmas de caza cabezas, que tal un aviso: se busca gerente que aporte 3.500 millones de pesos para ingresar a una campaña por la “gerencia” más importante de la ciudad. No importa quien lo rodee. Lo único necesario es que sepa planear, dirigir, organizar, coordinar y controlar.

Resulta entonces más importante para una ciudad, tener un(a) administrador(a) pública cuyos principios sean la defensa del bien común, el respeto por lo público y los intereses ciudadanos y no un(a) gerente que sepa interpretar un flujo de caja, el EBITDA o una tasa interna de retorno, si los intereses que defiende no son públicos sino privados.

No hay comentarios.: