martes, agosto 08, 2006

Invertir en la próxima generación

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 8 de agosto de 2006

Los estudios del desarrollo han resaltado la importancia de las políticas públicas que defiendan y hagan realidad los derechos de los niños. Se ha reconocido la necesidad de invertir en la niñez, como el mecanismo para mejorar el capital humano. Por ejemplo, varias investigaciones demostraron la corelación entre la inversión en nutrición y educación y el crecimiento del producto interno bruto. De la misma manera, se ha buscado la protección de los menores frente a los maltratos, los abusos sexuales y la violencia. No obstante, el proceso de transición de la niñez hacia la vida en sociedad ha sido relativamente poco estudiado. El discurso de desarrollo en las últimas décadas se ha concentrado en los niños y no en los jóvenes.

El próximo informe sobre desarrollo mundial 2007, reconoce lo anterior y se enfoca en “el desarrollo y la próxima generación”, el boceto provisional del informe, muestra el papel que pueden jugar los jóvenes en la reducción de la pobreza y en el crecimiento. Los jóvenes de hoy serán la próxima generación de empresarios, trabajadores, jefes de hogar, líderes comunitarios o dirigentes políticos. El estudio abarca el análisis de cinco transiciones decisivas que se dan en la juventud y evalúa sus posibles impactos en términos de desarrollo. Se definen como jóvenes quienes están entre los 12 y los 24 años.

La primera, es la transición desde la escuela. En este aspecto se mencionan las oportunidades de acceso a la educación secundaria y superior. Se platean inquietudes sobre el enfoque que debe tener el currículo, si debe orientarse con materias vocacionales o académicas. El informe destaca como la inversión en la formación de capital humano en la etapa de la juventud es lo que permitirá a los países en desarrollo aprovechar su “dividendo demográfico”. De los 1.5 mil millones de jóvenes en el mundo, 1.3 mil millones se encuentran en los países en desarrollo.

La segunda, es la transición hacia un estilo de vida saludable. Los jóvenes están expuestos a una serie de riesgos y enfermedades. Muchos mueren por causa del VIH/SIDA, otros caen en el consumo de drogas o de alcohol. El tiempo en que los jóvenes están sexualmente activos ha aumentado, por lo tanto, se necesita aumentar la oferta de servicios de salud sexual y reproductiva. En general, se busca prevenir la pérdida del capital humano invertido durante la niñez.

La tercera transición, es hacia el trabajo. La reflexión se concentra en el tipo de apoyo que deben recibir los jóvenes para recibir información suficiente, que les permita adquirir destrezas, capacitarse o educarse antes de ingresar al mundo laboral. Se analizan las políticas para los jóvenes migrantes y las oportunidades que generan las nuevas tecnologías de comunicación.

La cuarta, es la transición hacia la formación de la familia. Muchos jóvenes tienen familias a muy temprana edad dificultando su propio desarrollo y el de sus hijos y de esta forma perpetuando la pobreza. En este aspecto se discuten formas para influir el comportamiento de los jóvenes y evitar la transmisión intergeneracional de la pobreza.

La quinta transición, es hacia la ciudadanía. En este punto se plantea el reto de formar identidad y generar conciencia sobre la responsabilidad de participar en la vida comunitaria y política.

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