martes, mayo 10, 2005

Las remesas no deben gravarse

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 10 de mayo de 2005

En 1997 era difícil encontrar estudios sobre el fenómeno de la migración en Colombia. Sin embargo, era amplia la literatura sobre países como Pakistán. En los últimos años, el fenómeno de la migración y los flujos de dinero a los países en desarrollo, ha tomado especial importancia, por el número creciente de personas y de remesas, por el peso que ellas tienen en las economías locales, por las transformaciones sociales y culturales que generan y por la oportunidad para avanzar en el desarrollo local. Cualquier política pública en esta materia tendría un gran impacto. Se estima que existen más de 4 millones de colombianos en el exterior, cuyas remesas, ascienden a los 4.000 millones de dólares.

La política pública debe partir de reconocer, que en los países en desarrollo, el fenómeno existe y tiende a crecer, por eso es importante comprenderlo, pero sobre todo orientarlo positivamente. Detener o revertir la emigración sería utópico en una democracia. Por lo tanto, una política pública, que involucre las remesas, debe buscar su mejor aprovechamiento social y económico, con políticas fiscales y cambiarias favorables y no desfavorables, como sería la imposición del impuesto a las remesas, que propone el gobierno.

La experiencia de otros países nos enseña que los impuestos a las remesas no tienen resultados positivos. En Filipinas, Tailandia, Bangla Desh, Pakistán y Corea, el control al flujo de las remesas a través del sistema bancario o de fondos específicos, sin ningún tipo de incentivo, es decir, estableciendo una especie de gravamen, fue, con excepción de Corea, un fracaso. Todo control lleva implícita su violación. La gente buscó formas para evadir el sistema. En estudios del Centro Internacional para el Desarrollo, se ha afirmado que este tipo de mecanismos puede afectar tanto el monto de las remesas como el uso de las mismas. Se puede afectar el consumo, afectando el monto de las remesas, pero también se aumentaría la informalidad. Si la gente tiene que recurrir al mercado informal, se desincentiva el uso de las remesas hacia la inversión, pues, es más fácil esconder el consumo que la inversión.

Se debe estimular el flujo de remesas y no lo contrario. En Asia, se han realizado estudios sobre la importancia de ofrecer un clima macroeconómico favorable, con buenas tasas de ahorro que permitan captar un mayor volumen de remesas. Sorprende, que mientras en otros países, se esté buscando disminuir los costos de transacción de las remesas para que una mayor parte se destine al consumo o a la inversión, en Colombia, se esté pensando en aumentarlos. Muy preocupante sería, que se afectaran las familias que reciben remesas, las economías locales y se terminara beneficiando al sector financiero.

Quedan muchos caminos por explorar, para buscar un mejor aprovechamiento de las remesas con soluciones que deben consultar las especificidades de Colombia, pero que deben examinar las experiencias de otros países. Sobre Pakistán, hay múltiples estudios, En México, hay experiencias de desarrollo local que han buscado incentivar el ahorro colectivo para orientarlo a la inversión pública como la de Zacatecas, Jalisco y Oaxaca. También para tratar de incentivar el ahorro individual, hacia proyectos productivos, como la del estado de Guanajuato. A pesar de los intentos en las localidades, en México, el 80% de las personas destinan las remesas al consumo y no a la inversión.

En conclusión, otros deben ser los mecanismos para solucionar el problema de la revaluación del peso, gravar las remesas, sería un error. Por el contrario, hay que incentivar el ahorro y la inversión, sin desconocer la importancia del consumo.

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