miércoles, junio 17, 2009

Actuemos

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, miércoles 17 de junio de 2009

El pasado viernes se conmemoró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. El número de niños explotados sigue siendo muy alto, en América Latina, se calcula que 5,7 millones de niños son trabajadores. En Colombia la cifra también es preocupante, 894.796 niños trabajan en el país, una cifra superior a la que registran Brasil, Chile o Argentina (Organización Internacional del Trabajo-OIT).

El trabajo infantil perpetua la pobreza. Los niños trabajadores no terminan sus estudios; no crecen en un ambiente adecuado para su formación emocional y en la mayoría de los casos, son explotados económicamente por quienes los emplean u obligan a trabajar.

También el trabajo infantil es consecuencia de la pobreza por esa razón, su erradicación depende de la aplicación integral de otras estrategias que aborden la familia y su contexto socioeconómico.

Colombia definió una estrategia nacional para prevenir y erradicar las peores formas de trabajo infantil y proteger al joven trabajador. La estrategia fue formulada el año pasado y su objetivo es focalizar y ordenar la acción de las entidades estatales y privadas que intervienen en el tema, hacia dos “puntos de quiebre” de las peores formas de trabajo infantil, como son: en primer lugar, el ingreso de los niños al sistema educativo, a programas de recreación y al sistema general de protección social y en segundo lugar, el acceso de las familias de los niños a los programas sociales.

Todos los programas de carácter social son relevantes en la lucha contra la pobreza y el trabajo infantil, pero hay unos que pueden tener más impacto que otros. Los programas de salud sexual y reproductiva son prioritarios. Los embarazos de niñas y jóvenes de escasos recursos son una causa evidente del trabajo infantil, no sólo de los niños que tienen que abandonar sus estudios para sostener otros niños, sino también de sus hijos tienen muchas posibilidades de repetir el mismo esquema, es decir, de unos niños criados por otros niños que no terminaron sus estudios porque fueron obligados a salir a trabajar, sin haber cumplido la mayoría de edad.

La lucha contra el trabajo infantil es una responsabilidad de toda la ciudadanía. La sociedad debe actuar, denunciar los abusos frente a los niños y a los jóvenes menores de edad. Los ciudadanos no deben dar limosna a los niños, por el contrario, deben promover la responsabilidad del Estado de garantizar el derecho a la educación, a la recreación, a la nutrición y a la salud de todos los niños y los jóvenes.

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