miércoles, marzo 09, 2005

La agricultura: futuro incierto

Adriana Vallejo de la Pava
En condiciones de abierta desigualdad ha tenido que competir el sector agrícola en Colombia. El mercado interno ha estado invadido de productos altamente subsidiados. En reciente informe elaborado por Bourguignon, economista del Banco Mundial, se mostró que mientras los países en desarrollo, desde principios de la década de los 80"s, han reducido sus aranceles del 30% al 18%, los países como Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea han seguido subsidiando sus agricultores. Señala el informe que, por ejemplo, en el caso del mercado del algodón de un valor de US $ 20.000 millones, los productores europeos recibieron en el período 2001-2002, US $3.700 millones en ayuda oficial y los estadounidenses mil millones. Los subsidios no permiten el desarrollo de los países pobres y por el contrario, agravan las condiciones de pobreza en los países en desarrollo, como ha ocurrido en Colombia.
En igual sentido, en uno de los 10 estudios, realizados para el Consenso de Copenhague, que busca identificar alternativas para mejorar las condiciones de pobreza, Kym Anderson, argumentó que el beneficio de la eliminación de los subsidios y de las barreras arancelarias de los países desarrollados, supera con creces los resultados de cualquier acuerdo de comercio bilateral que permita el ingreso de productos de los países en desarrollo a los países desarrollados. No obstante, Colombia continúa avanzando en el TLC.
En el país, como se demuestra en los párrafos siguientes, el negocio de la agricultura ha sido golpeado, no sólo por las distorsiones en los precios generadas por los subsidios, sino también por los incrementos en los costos de los insumos importados.
Mientras un saco de 20 kilos de semilla de maíz híbrido importado valía en el año 2000 $ 91.500, en el año 2004 su costo terminó en $ 198.000, es decir, el incremento fue del 116%. El fertilizante que más se utiliza que es la úrea ha tenido un incremento superior al 200%, al pasar de $14.500 el saco de 50 kilos, a $ 45.000 al finalizar el año 2004. Estos dos insumos, sin incluir los incrementos de la mano de obra, representan aproximadamente el 40% de los costos de la cosecha. Para el mismo período los precios del maíz sólo se incrementaron un 18%. El precio del maíz, en el primer semestre del año 2000, estaba en $ 440 el kilo y en el primer semestre del año 2004, sólo había llegado a los $ 520 el kilo. Por efecto de la revaluación del dólar y la baja en el precio internacional, el maíz importado ha pasado en un año de $ 500 el kilo, a principio del año 2004, a $ 385 el kilo empezando el 2005. Los menores precios de importación sólo afectan a los productores y no benefician a los consumidores, por ejemplo, no se han presentado disminuciones en los precios de los concentrados.
Igual situación se ha registrado en el cultivo de caña de azúcar. Similares incrementos a los del maíz, en los costos de los fertilizantes, en los herbicidas, en la mano de obra y en los costos del riego que depende de los incrementos del ACPM o de la energía eléctrica. El precio interno del azúcar disminuyó pasando de $ 882 por kilo en el año 2000 a $ 830 en el año 2004 y el precio ponderado con el cual los ingenios le liquidan a sus proveedores, sólo se incrementó en un 12% en 4 años, pasando de $ 471 por kilo en el 2000 a $530 en el año 2004. Tampoco ha habido una disminución en el precio del azúcar para consumo. En suma, en los últimos 4 años, en desmedro de los agricultores nacionales y sin ningún beneficio para los consumidores, sólo se han beneficiado los países que han exportado sus excedentes, los proveedores internacionales de insumos, los importadores que no generan ningún valor agregado y las grandes empresas procesadoras de estas materias primas.

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