martes, noviembre 21, 2006

El valor de la honestidad en las ciudades

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 21 de noviembre de 2006

“Lo más revolucionario en política pública es No Robar”, afirmó el alcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón, a RCN cuando le preguntaron sobre los aspectos que explican el éxito obtenido por la capital del país en la Bienal de Arquitectura de Venecia. Bogotá ganó el premio "León de Oro", gracias a las transformaciones sociales, económicas y culturales y a los proyectos urbanísticos y arquitectónicos que han contribuido a construir un mejor ambiente para sus ciudadanos. Resaltaba el alcalde Garzón, que a pesar de las diferencias entre uno u otro gobierno, sobre ninguno de ellos (Mokus, Peñalosa, Garzón) se ha tenido duda sobre su honestidad.

En Bogotá, se ha hecho mucho más que eso, es decir, No Robar, sin embargo, tiene razón el alcalde al darle todo ese valor a los principios éticos que han orientado la acción pública en la capital. Vale la pena preguntarse en las ciudades del país, cuando cambian los gobiernos, por la continuidad de las buenas prácticas y no sólo por la continuidad de las obras o los programas.

Los gobiernos concentrados en administrar bien las ciudades, No se Roban los recursos públicos que se necesitan para satisfacer las necesidades de la gente pobre, se dedican a resolver los problemas de las ciudades en crecimiento (movilidad, espacio público, seguridad, deterioro ambiental etc.) y generan confianza institucional.

Los ciudadanos han tomado la decisión en las últimas elecciones en Bogotá de elegir alcaldes independientes de la clase política. En la capital del país, en los últimos cuatro períodos, los alcaldes han sido elegidos y reelegidos sin el apoyo de los concejales, ni de los diputados, lo mismo ocurrió por primera vez en la ciudad de Medellín. La diferencia en esas ciudades la ha marcado el alto porcentaje de voto de opinión, diferente a lo que pasa en los pueblos y ciudades pequeñas donde prima lo que tradicionalmente se conoce como “voto amarrado” (amarrado al contrato, el puesto, la vivienda, el carné del SISBEN, etc.).

La falta de conciencia y participación ciudadana, permite que unos pocos sigan robando y que la corrupción en el país continúe como un problema sin resolver. Lamentablemente, en el último informe de Transparencia Internacional, Colombia no mejoró su calificación frente al año anterior. En el Índice de Percepción de la Corrupción del año 2006, el país quedó con una calificación “regular”, y se ubicó en el puesto 59 entre las 163 naciones evaluadas.

Los corruptos del país se siguen robando anualmente aproximadamente 14.5 billones de pesos. El editorial del periódico La Tarde, del 8 de noviembre, denunció el silencio cómplice de algunos ciudadanos en la región frente a los hechos de corrupción, la aceptación de otros, del pago de “mordidas” a los contratos y la actitud mafiosa de los servidores que quieren hacerse ricos en los puestos públicos.

El reto en la política pública va más allá de lograr que No Roben, es ante todo construir ciudadanía, formar mujeres y hombres, con conocimiento de su ciudad, de sus derechos y responsabilidades y con amor por lo público, que es de todos.

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