martes, abril 25, 2006

Nacen más niños pobres

Adriana Vallejo de la Pava
La Tarde, martes 25 de abril de 2006

El ritmo de reducción de la pobreza en América Latina ha sido lento, de acuerdo con el informe presentado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la semana pasada. La pobreza en la región disminuyó menos de un punto porcentual entre el año 2002 y el año 2005. Mientras en los países de Asia, el ritmo de crecimiento económico ha podido mejorar las condiciones de pobreza y reducir la desigualdad, en América Latina y África el crecimiento y su impacto sobre la distribución del ingreso ha sido bajo.

Los resultados de Colombia y los demás países de América Latina, merecen una revisión de las políticas públicas que se han implementado para reducir la pobreza. Una de esas políticas fundamentales es la disminución en el crecimiento de la población. Hay que redoblar esfuerzos en materia de salud sexual y reproductiva. Los estudios de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), han demostrado que la disminución de la fecundidad tiene efectos positivos sobre el desarrollo, en particular en la reducción de la pobreza.

Las políticas que se han implementado en Colombia y los demás países de América Latina, no han sido suficientes para frenar fenómenos tan preocupantes como el aumento en los embarazos de las adolescentes y el alto número de hijos de las mujeres más pobres y con menor educación. No se ha parado el círculo vicioso de la pobreza: con más hijos las jóvenes y las mujeres en general reducen las oportunidades de educación y de empleo sólo aumentan sus gastos y la vulnerabilidad de todo el núcleo familiar.

La educación de las mujeres y los hombres es un factor determinante en la reducción de la natalidad. Las personas con mayor nivel de educación controlan el nacimiento de los hijos. Otro factor clave es la disponibilidad de métodos anticonceptivos para las jóvenes y las mujeres con menos recursos. Los anticonceptivos contribuyeron entre el 55% y el 70% en la reducción de la fecundidad en América Latina y el Caribe (CEPAL, 2000). Por lo tanto, se necesita fomentar más el uso de métodos anticonceptivos y romper las barreras culturales que aún existen en ciertos sectores de la población que les impide a hombres y mujeres usarlos abiertamente.

Mayor tiene que ser la atención que los Estados de América Latina y el Caribe le presten al tema de la fecundidad. Un tercio de los embarazos son no deseados o inoportunos. Si los programas de salud sexual y reproductiva estuviesen llegando verdaderamente a la gente las parejas no tendrían tantos hijos. El vacío mayor se presenta en las parejas más pobres pues la falta de acceso a ciertos servicios de salud y educación no les permite ejercer libremente el derecho a definir el tamaño de sus familias.

Una gran cantidad de niñas y niños están creciendo en condiciones precarias. No se puede seguir con una demanda insatisfecha de métodos de planificación familiar, sobre todo para las adolescentes y las parejas pobres que son las que comienzan tempranamente a tener hijos, en mayor número y más cercanos entre sí. Difícilmente el crecimiento y las políticas de distribución del ingreso podrán mejorar el ritmo de reducción de la pobreza, sino se actúa sobre la salud sexual y reproductiva de las adolescentes y las parejas pobres. tejiendociudadania@gmail.com

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