La tolerancia es un valor fundamental y necesario para la vida en democracia. El país espera pasar de la cultura de la guerra y de la intolerancia a la cultura de la paz y de la tolerancia, basada en los principios de comprensión, de solidaridad y de respeto por las diferencias.
La pasada campaña electoral nacional a la Presidencia de la República polarizó al país y logró que las diferencias políticas afectaran los espacios familiares y personales de muchos colombianos. Para Rawls la tolerancia es una actitud pacífica del ser humano frente a las diferencias con otros individuos con quienes convive.
En tiempos de campañas electorales esa actitud pacífica desaparece y los colombianos mostramos nuestro nivel de intolerancia, nuestra falta de respeto mutuo, nuestra dificultad para aceptar la libertad de conciencia. Se crean formas de discriminación, de persecución, de intimidación o de exclusión, que en nada ayudan a la construcción de un sistema político democrático.
Terminando este mes empiezan en firme las campañas a los cargos de elección departamental y local. Los colombianos van a elegir sus alcaldes, sus gobernadores, sus concejales, sus diputados y sus comuneros en octubre de este año. Ojalá esta campaña en Risaralda muestre el lado de la razón humana en favor del bien y de la prudencia contra el fanatismo (Voltaire).
La discusión de puntos de vista diferentes es una manera de acercarse a la verdad. "Sólo a través de la diversidad de opinión puede abrirse paso a la verdad" (Stuart Mill). Los candidatos y sus seguidores deben respetar las opiniones ajenas y la manera como las mismas se expresan.
Siempre es posible pensar en mejores políticas públicas, en mejores programas y en formas más eficientes de ejecutar los proyectos públicos. Los ciudadanos esperan escuchar esas propuestas, que por ahora brillan por su ausencia.
Los verdaderos cambios reconocen el contenido humano de la tolerancia y parten de una convocatoria amplia a todos los sectores de la sociedad, sin discriminación alguna, con verdadera inclusión, con un compromiso sincero con lo público, pero también, con respeto a las instituciones y a sus integrantes.
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