domingo, agosto 11, 2013

Silencio Cómplice




Helmer Mejía creció en el Barrio La Libertad, ubicado en la Comuna del Ferrocarril, cerca al Aeropuerto Matecaña, desde niño demostró un gran compromiso por su comunidad, gestionó con donaciones privadas la primera biblioteca para su barrio, empezó a estudiar artes visuales en la Universidad Tecnológica, tiempo durante el cual realizó visitas guiadas en el Museo de Arte de Pereira.

Su reflexión permanente sobre las condiciones de su barrio lo motivó a cambiar de carrera e ingresó a la Universidad de Caldas a estudiar Sociología. Como muchos adolescentes de esos sectores tuvo una hija. En medio de las dificultades económicas de su familia, logró terminar su carrera y criar su hija a quien bautizó Brisa.

Hizo parte del colectivo Tejiendo Ciudadanía, mientras estudiaba en su universidad, fue presidente de la junta de acción comunal de su barrio y logró gestionar varios proyectos con recursos locales y nacionales, a través del Programa de Concertación del Ministerio de Cultura.

Helmer tenía las condiciones para empezar a romper el círculo vicioso de la pobreza, pudo acceder a la educación superior, mejorar los ingresos de su familia y ayudar a la educación de su hermano y de su hija. Lamentablemente, la violencia cambió la historia y 5 impactos de bala acabaron con la vida de Helmer, la semana pasada, después de un partido del Deportivo Pereira, equipo del que era ferviente seguidor.

Versiones de la comunidad cuentan que Helmer arrodillado pidió que no lo mataran, que el tenía una hija. Sin compasión niños y adolescentes de Pereira matan otros jóvenes. Desde los 8 años edad las redes del microtráfico reclutan menores de edad, en la capital del departamento.

Así lo revela un artículo publicado por El Tiempo el sábado pasado, titulado "Viaje al Fondo de las Bandas del Microtráfico" en Pereira y Dosquebradas, que muestra las aspiraciones de un menor edad a quien entrevistaron y afirmó: "quiero llegar a tener mi propio bloque, que no esté nadie, no rendir cuentas a nadie, tener el mío....Uno es cobrador en diferentes partes, pero también puede hacer más cosas como cuadrar cascadas, cuadrar muertes. Hay meses que no toca hacer nada, pero en otros sí toca matar 7, 8, o 10 personas".

Una tragedia social con dos tristes caras. Una la de la familia, la comunidad y en general la sociedad que pierden una buena persona como Helmer Mejía, en quien tenían sembradas sus esperanzas. La otra, la de las víctimas del microtráfico, los niños, las niñas y los adolescentes, reclutados para un negocio ilícito que todos conocen y que nadie denuncia por temor.


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